Para fabricar los amuletos empleaban casi cualquier material disponible. Los mejores eran los de piedra: lapislázuli, carnalita, turquesa, feldespato, serpentina o esteatita. Y también eran apreciados los de metal, los de oro por supuesto, pero también los de cobre, bronce y hierro. Los tuvieron de madera y de hueso. Pero el material más empleado, con mucho, en la elaboración de amuletos fue la loza, que amasaban de cuarzo molido o arena con elevada proporción de cuarzo y cocían en hornos especiales para obtener la superficie vidriada.
El más abundante de los hallados en las excavaciones es el Ojo de Horus, versión muy estilizada del ojo del dios halcón. El ojo de Horus era también un importante amuleto funerario.
Quizás la razón de que el ankh no fuese más popular como amuleto es que existía otro para la misma función: el Escarabeo, labrado en forma de Scarabeus sacer, coleóptero que ha recibido su nombre de aquél. Los egipcios eran muy aficionados a los juegos de palabras y los jeroglíficos que designaban el escarabajo, que se pronunciaba kheper, también podían significar "existir", así que si uno llevaba un escarabeo podía estar seguro de que viviría mucho tiempo.
Aquí podemos ver dos de los amuletos que hemos visto anteriormente.
También podemos ver un envase en cuyo interior tenemos nada más y nada menos que tierra y un resto de piedra traída de Egipto y una moneda en la que observamos el busto de una reina egipcia.
Nos ha encantado ver estos amuletos y poder tocar arena del desierto de Egipto.
Ya sabemos que a partir de ahora con estos amuletos estaremos protegidos en la clase.
Para estarlo siempre, decidimos esculpir nuestro propio escarabeo.
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